Manzanillo

Donde termina la carretera de la costa, 14 kilómetros al Sur de Puerto Viejo, se encuentra Manzanillo, típica imagen de una aldea caribeña junto al mar, con casas de madera sobre pilares pintadas de vivos colores que adornan sus calles y donde se respira un aire naturalmente puro. 

Este pequeño pueblo de pescadores afro descendientes, del que se cuenta que debe su nombre a un árbol de manzanillo que había en el lugar, mantuvo hasta hace poco cierto aislamiento geográfico que contribuyó a conservar vivos los rasgos de su cultura, sus tradiciones y sus costumbres, y a mantener una economía de auto abastecimiento en base a la caza, pesca, agricultura y recolección de alimentos que la naturaleza les ofrecía. La carretera no llegó a Manzanillo hasta el año 1.984.

La población vive de cara al mar, rico en recursos marinos, que les ha proporcionado sustento desde épocas pasadas. Sus bosques tropicales, playas paradisíacas y aguas marinas constituyen hoy día la principal  fuente de ingresos para los habitantes de la zona, debido a la entrada de miles de visitantes atraídos por sus riquezas naturales y culturales. Aquí no existen las preocupaciones de las grandes ciudades, el ¨cero stress¨ es parte de la autenticidad del pueblo, por eso en Manzanillo se respira paz y tranquilidad. 

Los pobladores de Manzanillo también decidieron hace décadas proteger parte de sus extraordinarios recursos naturales ideando un plan de manejo del área, con la intención de conservar la diversidad de sus ecosistemas, su flora y su fauna, y evitar así el deterioro de sus hábitat y la amenaza de extinción de especies, para que nosotros y las futuras generaciones podamos disfrutar de la magia de esta exuberante tierra.

Así se creó el 29 de Octubre de 1.985 el Refugio Nacional de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo que protege 5.013 ha. en su parte terrestre y 4.436 ha. en su parte marina. En 1.995 fué declarado Humedal de Importancia Internacional RAMSAR por albergar una riqueza biológica extraordinaria, donde se protegen arrecifes de coral, lagunas, manglares, bosques primarios, acantilados y playas donde anidan las tortugas marinas, en especial en Gandoca donde se dirige un programa de conservación de la tortuga Baula, la más grande del mundo. 

También se llevan a cabo otros proyectos de estudio y protección por parte de organizaciones y asociaciones que contribuyen a una mejor protección y conservación de las riquezas que esconde este territorio salvaje, como la Asociación El Proyecto Ara que con exito está repoblando el Refugio con la emblemática Lapa Verde, Ara ambigua, que antes abundaba en estos bosques y estuvo al borde de la extinción.

En la actualidad estos recursos naturales se han convertido en una gran fuerza de atracción turística para numerosos viajeros que buscan entrar en contacto con las poblaciones rurales, realizar actividades en la naturaleza y disfrutar de unas vacaciones llenas de tranquilidad y también de aventura, respetando el entorno y produciendo el menor impacto posible, generándose así una actividad económica sostenible, fuente de ingresos que repercute en una mejora en la calidad de vida de la comunidad. 

Pero para realmente saborear la cultura de Manzanillo y acercarte a su gastronomía tienes que probar un pescado o una langosta en salsa caribeña, la forma perfecta de reponer fuerzas después de un largo día de emociones.

REFUGIO GANDOCA-MANZANILLO 

Su parte terrestre está formada por colinas tapizadas por un rico bosque tropical, en buena parte primario. Los humedales están muy presentes, en el interior del Refugio se encuentra un pantano de 400 hectáreas. La costa está formada por playas, arrecifes coralinos y una sucesión de pequeños acantilados y puntas arrecifales emergidas que se elevan hasta 30 metros de altura, entre las que se encuentran pequeñas playas de arena blanca.

Los arrecifes de coral son uno de los ecosistemas mas importantes, en ellos abundan las especies de coral, 34 especies de moluscos, 11 de esponjas, 37 de algas, langostas, tortugas carey y una gran variedad de peces. En el mar los protagonistas son los delfines, de los que habitan tres especies, el nariz de botella, el pintado y el tucuxi, el delfín mas pequeño del mundo.

El Refugio alberga mas de 350 especies de aves, entre los mamíferos sobresalen las tres especies de monos, el perezoso, el león breñero y el manigordo. Otros habitantes del Refugio son los caimanes, la iguana verde, las ranitas venenosas rojas y verdinegras, serpientes e infinidad de insectos. 

Existen senderos que recorren el Refugio, unos se internan en la espesura de los bosques y otros bordean la costa hasta Punta Mona. No hay mejor forma de conocer el Refugio que explorarlo acompañado de un guía naturalista que te ayude a desvelar los secretos de la selva. Otra opción interesante es un paseo en lancha por el litoral para buscar playas solitarias, ver delfines y bucear en los arrecifes.

Algunos puntos de interés dentro del Refugio Gandoca-Manzanillo son:

Punta Manzanillo

El protagonista de Punta Manzanillo es un pequeño acantilado que se alza abrupto sobre una playa dorada, proporcionándonos una vista de 360 grados sobre el Mar Caribe, conocida como Miss May Point, es uno de esos lugares que fascinan su por majestuosidad donde se siente la poderosa energía de la naturaleza.

El mirador de Punta Manzanillo se encuentra a pocos minutos caminando desde el pueblo de Manzanillo siguiendo el sendero junto a la playa.

Punta Mona

Punta Mona es un paraje remoto poco accesible dentro del Refugio, conocida por Monkey Point fue habitada hace tiempo por familias de pescadores de origen afro caribeño, siendo hoy un lugar casi deshabitado, rodeado de denso bosque tropical, playas vírgenes, arrecifes de coral y un islote que emerge sobre el mar azul. 

Para llegar a Punta Mona hay que caminar unas 2 o 3 horas por los senderos que parten de Manzanillo atravesando el Refugio por bosques primarios con gigantescos árboles como ceibas, cativos o almendros de montaña. También se puede llegar a Punta Mona caminando por la playa desde la comunidad de Gandoca, situada en el sector Sur del Refugio.

Otra forma de llegar a este idílico paraje es por mar en bote desde Manzanillo, un paseo que te dará la oportunidad de ir disfrutando de la brisa del mar, apreciar los pequeños acantilados de este litoral, las escondidas calas de aguas transparentes y con suerte a tu paso te saldrán las 3 especies de delfines que residen aquí.

Playa de Gandoca

En el extremo sureste del Refugio se encuentra la pequeña comunidad de Gandoca, entre la playa y el  estero del mismo nombre. La salvaje playa de Gandoca es lugar de desove de la tortuga marina Baula, la más grande del mundo, que llega a desovar entre los meses de Marzo a Julio, y que al igual que otros muchos animales del Refugio está en grave peligro de extinción. Ver el desove de este quelonio por la noche en la playa, acompañado de un guía local, es un espectáculo sobrecogedor. A Gandoca se accede por carretera desde Sixaola.

Laguna de Gandoca

Las fuerzas de la naturaleza hicieron hace miles de años que el río Sixaola cambiara su curso dejando como huella de su antiguo cauce lo que hoy es una impresionante laguna, una de las mas grandes del Caribe costarricense, 265 hectáreas dominadas por esteros y canales que alberga diferentes tipos de hábitat, entre ellos destacan humedales como el manglar y los yolillales, con abundancia de lianas y plantas epifitas como orquídeas y bromélias. Esta laguna es además un importante lugar de reproducción y cría de numerosos peces como el sábalo real y en ocasiones es visitada por los manatíes.

El manglar abarca 12 hectáreas que ocupan la zona ubicada entre las aguas abiertas de la costa y los humedales de agua dulce de tierra adentro, un entramado de raíces y ramas que filtran el agua y absorben el exceso de sal, los que más abundan son el mangle rojo y en menor medida el mangle blanco, el botoncillo y el negro. 

Pasear por la laguna de Gandoca en una embarcación a remos acompañado de un guía local es una experiencia inolvidable y una oportunidad única de contemplar la magia de estos ecosistemas en estado salvaje. 

Fotografías de Paco Salmerón

Texto de Juan Carlos Lorite y Paco Salmerón